La vegetación muere descomponiéndose lentamente bajo las lluvias otoñales. La semilla soterrada está iniciando el largo viaje nocturno a la espera de la resurrección. Es la etapa durante la que todo debe morir, no para poner término definitivamente a la vida sino para transformarse a través de la resurrección, expresión de la destrucción de los valores objetivos y de las formas exteriores en favor de un proceso de fermentación, de putrefacción, de disgregación. Es el octavo signo, el más complejo del Zodiaco; vida, muerte y resurrección están estrechamente unidas y expresan el auténtico y profundo significado del Escorpión, que tiende a destruir todo lo que existe para reconstruirlo bajo nuevas formas.En la mitología, el signo está ligado al mito de Orión, el cazador castigado por los dioses por su violenta y destructiva agresividad.
Características generales
Dominado y regido por el planeta Plutón, Escorpio está caracterizado por una fuerte instintividad y tendencia a impulsos violentos. Su fuerza inconsciente es a menudo demasiado potente para ser controlada y se revela de forma desordenada provocando profundas angustias existenciales. Solamente en la dialéctica Tauro-Escorpio se puede entender plenamente el sentido de la tipología de este signo, en el que el sentido de la vida y de la muerte están estrechamente ligados. Mientras que su signo opuesto, Tauro, simboliza la vida en su expresión más simple y concreta, y la sexualidad, por ejemplo, se vive como un medio de procreación, en Escorpio la sexualidad se transforma en erotismo, se vive con agresividad, con curiosidad, pero también con temor, como un momento en el que el placer y la muerte se confunden.Esta naturaleza de Escorpio se encuentra minada por un fuego interior, animada a nivel de las entrañas por la exasperación de pulsiones violentas. Este «diablo en el cuerpo» expresa una angustia de vivir, una sed de «ser mas» mas que de «bien-estar», que busca sus afinidades en las tormentas y convulsiones de la vida. Dos grandes instintos se enfrentan en una ambivalencia intensificadora: la agresividad y el erotismo; danza endiablada de lo sublime y de lo abyecto, del cielo y el infierno, del realismo brutal y del idealismo místico, del apego y el desprendimiento, del amor y la muerte. El instinto sexual se prolonga bajo el aspecto creador: don de producir, de fecundar, de realizar en un arranque irresistible; el poder del ser es o procede del sexo y a través de este poder sexual, natural, desplazado y sublimado, a través de la integración del erotismo, animal o espiritualizado, encuentra su razón de ser.